lunes, 24 de marzo de 2008

Día 23 de Marzo de 2008

EL ATRACO: “SÓLO VENCIÉNDOTE VENCERÁS”

Correa nos tiene que recibir. ¡CORREA NOS VA A RECIBIR! Estamos haciendo un documental sobre inmigración, estamos tratando de producir una obra para la conciencia de ecuatorianos y españoles, estamos sembrando tolerancia, estamos fomentando la integración, estamos explicando la validez de las decisiones de ciertos pueblos, estamos… Alfredo, aparte de enviar numerosos e-mails a la presidencia de Quito (los cuales aún no han sido contestados), consigue en la guía telefónica algunos teléfonos de la secretaría de la presidencia. Los apunta en un folleto de pollos a la brasa a domicilio, y jura y perjura que mañana lunes llamará. “¡CORREA NOS VA A RECIBIR! Ya verás”.

Gracias a las buena voluntad de Mauricio, su familia, y su predisposición para que estos diez días nos rindan como si fuesen veinte, hoy nos relajamos un poco e hicimos turismo (los próximos siete días serán intensos y si consideramos que desde noviembre del año pasado prácticamente no tuvimos ningún fin de semana para descansar, porque nos abocamos a Ecuapop, un poco de ocio está más que ganado).

Camino a “Ciudad Mitad del Mundo”, lugar donde pasa exactamente el paralelo de cero grados, divisamos una escuela militar imponente, cuyo lema se extendía, soberbio, en la puerta de entrada: “Sólo venciéndote vencerás”. Mientras Mauricio y Carmita hablaban sobre el precio de la vivienda ecuatoriana con Alfredo y Víctor, me puse a pensar en los múltiples significados que tenía para mí esa frase:

a) Sólo bajando los brazos ganarás, ¿qué sentido tiene luchar?
b) Superándote a tí mismo podrás lograr muchas cosas.
c) Ser un perdedor te hará un ganador.

Sí, la b). Seguramente los militares que desarrollaron la frase desconocían por completo que algunas oraciones pueden ser polisémicas. Sí, la B.

“Ciudad Mitad del Mundo” ofrece la científicamente explicable oportunidad de posar un huevo sobre un clavo, y que quede totalmente erguido, sin moverse, quieto como una estatua. Estamos en el grado 0º, cero como el huevo.

Coca-colas y helados entre historias sobre nuestras vidas: qué hacemos, cómo vivimos, quiénes somos. Mauricio y Carmita escuchan, y comparan, así como también lo hacemos nosotros.

Por la tarde disfrutamos del Quito histórico, sus iglesias, sus plazas, sus calles. Nos quedamos boquiabiertos ante la Iglesia de la Compañía: el oro podía hablar, y decía: QUE SE NOTE, QUE SE NOTE. Luego nos desilusionamos un poco porque no pudimos disfrutar de los interiores de la Catedral de San Francisco, porque estaban en reformas. Y entre calles que suben y bajan, pudimos hacer algunas tomas de la ciudad y culminar nuestro paseo en la Basílica del Voto Nacional, iglesia de estilo gótico que nos transportó por unos minutos a Francia, o algún otro país europeo con basílicas que pretenden alcanzar el infinito.

Lo que me gusta de viajar con amigos es las diferentes percepciones que tienen cada uno de ellos acerca de lo que vamos viendo. Víctor se pregunta: ¿si en el centro histórico las aceras y calles no tienen ni un bache, las fachadas están cuidadas, la policía vigila por doquier… por qué no sucede lo mismo en las muchas otras zonas de Quito? Claro que se debe cuidar el turismo, pero si hay dinero para mantener esta parte de la ciudad, ¿por qué no lo hay para sostener los demás lugares?

Volvimos al hotel. La noche de ayer sábado, la compartimos en la zona de bares y restaurantes más visitada por los turistas. Comida internacional, bares de moda, y un breve paseo hasta el hotel por las calles arboladas del barrio de la Floresta, nos hicieron sentir mejor que en casa. De camino, y en la esquina más transitada de este sitio de ocio, Víctor contabilizó 15 policías. Claro, la delincuencia está en los barrios más marginales ¿Por qué no repetir?

Nada sucedió como anoche. Veinte metros antes de llegar a la zona de restaurantes, y cincuenta metros antes de llegar a la zona de los 15 policías, dos chicos aparecen de la nada, cruzan la calle, y nos piden un dólar. Yo me quedé paralizada: el robo se podía hasta respirar. Uno cogió a Alfredo y simuló (o no) tener un arma. Alfredo agarró todo lo que pudo encontrar en su bolsillo derecho, y declaraba sin cesar y con total desesperación que no tenía nada más. A Víctor lo detuvo el otro chico, quien solamente miraba a su compañero, que seguía amenazando a Alfredo y le pedía “toda la plata”. A mí, inexplicablemente, ni me tocaron, seguramente porque me vieron petrificada, absorta y blanca de pánico ante la escena. A los pocos segundos, la bendición: una 4 x 4 que frenó e hizo que los tres nos echáramos a correr en sincronización perfecta. Uno de los atracadores dijo: “mátalo, mátalo”, pero seguramente era otra estrategia para sembrar el pánico.

Ah, no, la c), era la c): Ser un perdedor te hará ganador. Primero, porque Alfredo les dio lo primero que encontró en su bolsillo, y salvó su pellejo y el de todos. Segundo, porque no vale la pena jugar de héroe cuando somos conscientes de que en cualquier país de Latinoamérica un atracador mata por unos pocos billetes. Y tercero, porque Alfredo, ante los nervios, se equivocó de bolsillo, y en lugar de los casi mil dólares que tenía encima, les entregó todos los tickets que había estado guardando desde ayer, y algún que otro billete de uno. Ah, y los teléfonos del presidente: ¡CORREA LOS VA A RECIBIR! SÍ, LOS RECIBIRÁ A ELLOS, Y SE COMPROMETERÁ A MANTENER SU SEGURIDAD, PARA QUE CONTINÚEN CON SU INMUNIDAD A PARTIR DE CINCUENTA METROS DE DONDE ESTÁN LOS NUMEROSOS GUARDIAS DE SEGURIDAD.