lunes, 31 de marzo de 2008

INMIGRANTE Y GUIONISTA: EL VIAJE TERMINA PERO ECUAPOP SIGUE



30 de Marzo de 2008


Hasta siempre Ecuador


¿Hasta siempre se dice cuando tienes la esperanza de volver pero no sabes cuando?

Este viaje se acaba, pero este blog continuará porque Ecuapop sigue viajando: ahora le toca pasear por discos duros y códigos de tiempo, para culminar -esperemos- en no sólo estuches de DVD. Por eso, esperamos que nos sigan a través de estas lineas y textos futuros.
Entre ayer y el sábado acabamos el rodaje de Ecuapop. Grabamos en un bar/karaoke (¡Quito está lleno de bares con karaoke!), en un locutorio con ordenadores, en la tienda de disfraces de Mauricio, en la calle de La Ronda y en el Panecillo. Una de las conclusiones (y anticipo) que les podemos desvelar de Ecuapop es que habrá variedad de opiniones, y decisiones de vida. Algo tan variado, y a veces tan contradictorio como Ecuador, Argentina, Latinoamérica y nuestro pensamiento cuando pongamos un pie fuera de Quito.





Uno de los personajes indirectos de Ecuapop, al despedirnos, nos dijo que lo importante y valioso es irse con más dudas y preguntas que cuando llegamos. En nuestro caso, nada más acertado: se puede ver al leer de punta a punta este diario de viaje, lleno de cambios de ánimo, paradojas y contradicciones.

Ya es hora de irse. Y seguro que ustedes agradecerán que esta entrada sea tan breve.

Hasta siempre Ecuador, y gracias, mil gracias a la gente que nos ayudó a cumplir con todos los objetivos que teníamos planteados para este viaje. El equipo de Ecuapop es más grande que tres personas.

domingo, 30 de marzo de 2008

DIARIO DE VIAJE DE LA INMIGRANTE: LA VISITA A LOS DE ALLÍ



29 de marzo de 2008

PERDÓN

Me fui de Argentina, y al poco tiempo también se fue mi hermana. De un día para el otro, mis padres se habían quedado sin hijas, y no les quedó más remedio que reemplazarnos con clases de baile, reuniones más asiduas con amigos, trabajo y trámites, muchos trámites (en Argentina, la vida es un trámite y uno de los mayores enemigos: la burocracia).

Un inmigrante puede contar sus peripecias y sentimientos al recomenzar su vida en un nuevo lugar, pero difícilmente pueda vivir lo que le pasa a la gente que ha dejado.

(Voy a tratar de ponerme en el lugar de esa gente; ayer, mientras rodábamos las últimas imágenes de Ecuapop, percibimos esa congoja dual, vi la angustia de los que se quedan, y todavía la estoy contrastando con el dolor de los que nos hemos ido).

Los que se quedan se sienten orgullosos de los logros (o las mentiras) que nosotros los inmigrantes les contamos, y les relatan a sus amigos y familiares (aplicando una dosis variable de exageración, dependiendo del receptor) los éxitos de los que emigramos. Claro que cuando están solos y recapitulan lo que hablamos por teléfono, dijimos en el chat o la videoconferencia, les cuesta respirar porque se les hace un nudo bien sujeto en el estómago, un nudo tenso y revulsivo que les hace vomitar las nuevas palabras que vamos incorporando a nuestra jerga habitual, las ciudades o pueblos donde nos estamos acostumbrando a vivir y los nombres de las nuevas personas con las que estamos comenzando a compartir.

Así es que los que se quedan, aparte de odiar a los enemigos de la vida cotidiana, odian los aeropuertos, las maletas, los dormitorios y las sillas vacías, los lugares donde estudiamos, las empresas donde trabajamos, los policías que no nos defendieron, los ladrones que nos robaron, los políticos que elegimos y no cumplieron, las frases que decíamos y que perdimos, los…, las…

El tiempo pasa: ellos se acostumbran a odiar, a extrañar y a reemplazar; mientras que nosotros, inmigrantes ya asentados, nos aburguesamos.

¿Qué? ¿Que no generalice? Tienen razón. Esperen un momento mientras paso este texto por el tamiz de la relatividad.

YA ESTÁ.

Cuando me fui de Argentina, al poco tiempo también se fue mi hermana. De un día para el otro, mis padres se habían quedado sin hijas, y no les quedó más remedio que reemplazarnos con clases de baile, reuniones más asiduas con amigos, trabajo y trámites, muchos trámites (en Argentina, la vida es un trámite y uno de los mayores enemigos: la burocracia).

Mi familia y amigos se sienten orgullosos de los logros (o las mentiras) que les voy contando, y éstos les relatan a sus amigos y familiares (aplicando una dosis variable de exageración, dependiendo del receptor) mis grandes éxitos. Claro que cuando están solos y recapitulan sobre lo que hablamos por teléfono, dijimos en el chat o la videoconferencia, les cuesta respirar porque se les hace un nudo bien sujeto en el estómago, un nudo tenso y revulsivo que les hace vomitar las nuevas palabras que he ido incorporando a mi jerga habitual, la ciudad donde me estoy acostumbrando a vivir y los nombres de las nuevas personas con las que estoy comenzando a compartir.

Así es que los que dejé, y aparte de odiar a los enemigos de la vida cotidiana, odian los aeropuertos, las maletas, mi dormitorio vacío, los lugares donde estudié, las empresas donde trabajé, los policías que no me defendieron, los ladrones que me robaron, los políticos que voté pero no fueron elegidos, las frases que decía y que dejé de decir, los…, las…

El tiempo pasa: ellos se acostumbran a odiar, a extrañar y a reemplazar; mientras yo, inmigrante ya asentada, me aburgueso no tan lentamente.

Los inmigrantes vivimos con ese constante sentimiento de culpa, esa sensación de que hemos hecho sufrir a todos nuestros seres queridos. (Lo siento, otra vez caí en las generalizaciones).

Vivo con ese sentimiento de culpa, esa sensación de que hice y hago sufrir a todos mis seres queridos. Por eso, no es fortuito que haga Ecuapop junto a Víctor y Alfredo.







Mientras tanto: pido que me perdonen.

sábado, 29 de marzo de 2008

DIARIO DE VIAJE DE LA INMIGRANTE: LA VISITA A LOS DE ALLÍ

Día 28 de Marzo de 2008

EL SUEÑO ES LA MAYOR CONQUISTA DEL ARTE MODERNO

Tres horas y cuarto dan para mucho.

No recuerdo cómo, sí tal vez por qué: Ecuapop es objeto del setenta y cinco por ciento de nuestros pensamientos y sueños diarios;

Nos vi parados frente a la valla del aeropuerto de Quito, contemplando unas siluetas vacías que significaban el dolor de la gente que se queda (los de aquí), que observa cómo vuela la gente que se va (los de allí). Las siluetas eran de chapa, pero lloraban, y las lágrimas oxidaban su propia superficie. ¿La espera oxida?

Al poco rato, Alfredo y yo estábamos comiendo unos “camarones reventados”, un verdadero manjar que no pudimos disfrutar porque tuvimos que salvar a Víctor de las tenazas del cangrejo que estaba metido en su plato de tallarines con frutos del mar. El cangrejo maldito ni siquiera se amedrentó con la tabla de madera y el martillo que teníamos para asesinarle, así que otra vez, con una sincronización que no fue premeditada, salimos corriendo como cuando nos robaron.

Y aparecimos en la Casa de la Cultura Ecuatoriana, entre libros, la cartelera de la filmoteca, fotografías de mujeres y museos que nos cerraban sus puertas porque ya era hora de cerrar.
Alfredo, el pobre Alfredo que ya había tenido suficiente hace unos días con el ataque del atracador, fue atrapado y reducido ante una obra de arte contemporáneo que estaba en el jardín de los alrededores y el cartel del Kentucky Fried Chicken (KFC). La K estuvo a punto de caerse en su cabeza, pero el viento estaba a su favor, y la maldita letra aplastó un ala de pollo frito que se pensaba libre, volando hacia otras franquicias.


Por suerte apareció Luz, y nos salvó de la mala racha de incidentes. Nos condujo al Teatro Prometeo, y pudimos contemplar la obra “Sólo cenizas hallarás”. Y todos reímos, y observamos con atención las tribulaciones de sus personajes. Todo exquisito, como el café que sirvieron antes y después de comenzar la función.


La noche, Luz, y esa misteriosa atmósfera quiteña nos llevaron hacia la zona de “La Ronda”, otro mundo dentro de una ciudad que con sus “bromas” nos había estado asustando todos los días. Un barrio de dos o tres calles que en su momento había sido una zona tan peligrosa que ni la policía se animaba a ingresar, y que gracias a diferentes actuaciones se logró rehabilitar para que los dueños de las casas gestionen sus propios negocios y continúen con el mantenimiento de la zona.


Y esta vez no recuerdo cómo, ni siquiera por qué, pero acabamos junto al diablo en su cumpleaños (claro, el diablo también cumple años, pero me figuraba que tendría muchísimos más de 40, como decía tener éste). El mismísimo diablo y su discípula Luz nos invitaron a quedarnos en el festejo. Vino, sopa de bolas de verde, camarones apanados con frijoles y arroz, un pastel de maracuyá y chocolate, la voz y la guitarra de Luz junto a un compañero de música y vida. Nosotros charlando, disfrutando y flotando en un aire que no imaginábamos cruzar. Agradecidos por las sonrisas que surgen cuando los planes se cancelan por conquista de la improvisación, volamos y regresamos al hotel.


A Mauricio se le había complicado la mañana, y tardó tres horas y cuarto en venir a recogernos. Tres horas y cuarto dan para mucho, hasta para pegar una cabezadita y conquistar el arte.

viernes, 28 de marzo de 2008

DIARIO DE VIAJE DE LA INMIGRANTE: LA VISITA A LOS DE ALLÍ

Día 27 de Marzo de 2008

LA CRISIS, LA EMPATÍA

Teníamos que volver a Quito, porque la agregada cultural de la Embajada de España nos esperaba a las 10 de la mañana. Por eso nos levantamos a las cinco y media de la mañana (ojo, no nos pareció para nada temprano, si decimos que por culpa del cambio horario venimos despertándonos entre las cuatro y media y las seis). Nos esperaba el desayuno de los panes ricos, los últimos minutos de la compañía de Marielena, su abrazo de despedida y el taxi que nos llevaría de vuelta a la ciudad.

Es asombroso el hecho de tardar tres horas (o un poco más) para recorrer una distancia de menos de doscientos kilómetros. Las carreteras no estaban tan mal, pero sí hay mucho tráfico, y muy poco respeto por las reglas básicas del buen conductor. Ni les cuento cuando entramos a Quito: los atascos son tan normales como lavarse la cara por la mañana.

Llegamos bien, nos dio tiempo a ducharnos y ponernos lindos. Nos esperaba Minerva y luego se sumó su jefa, una agregada cultural cuya presencia, discurso y formas sólo me inspiraron respeto y admiración.

Cumplimos con nuestra reunión y dedicamos el resto del día a mirar el material rodado y a planificar el resto del viaje: estamos muy conformes con lo que hicimos hasta ahora, y ya vamos llegando a la recta final. Nos organizamos tan bien que seguramente tendremos tiempo para ir mañana al teatro con Luz y Stalin.




Por la noche, solicitamos un taxi en el hotel para que nos llevara a alguna otra zona como La Mariscal (el barrio donde nos robaron). Mientras esperábamos el taxi, una señora extranjera pero que hablaba muy bien el español, solicitó un patrullero de la policía para que la acompañara a su vehículo, ya que había visto “movimientos raros” en el barrio. La policía llegó, y la acompañó sin poner objeciones. La gente que no pertenece a Latinoamérica no puede entender que la gente deba vivir con el constante miedo en el cuerpo. Yo tampoco, por eso me fui de mi país. Y todavía no comprendo cómo mis padres han llegado a acostumbrarse a vivir en una cárcel: una casa preciosa con alarma, rejas y próximamente, portón automático.

Ahí recordé cuando Mauricio, en el viaje de ida hacia Baños, me dijo: “es libre el que no depende del gobierno. Y yo soy libre”. Siento contradecirte, Mauricio, pero no creo que estés acertado: dices no tener miedo porque has tenido la suerte (sí, esa puta suerte del que gana la lotería) de que no te hayan robado. Pero por el sólo hecho de caminar por la calle con miedo, sujetando el bolso y mirando hacia todos lados, has perdido la libertad: tu pueblo (como el mío, por supuesto) ha perdido la libertad. Nadie se salva de la cárcel mental en Latinoamérica. Y tú tampoco, porque dices no tener miedo, pero sientes la maldita melancolía de no tener a tu familia cuando la quieres o la necesitas: eso tampoco es ser libre.

La recepcionista del hotel nos recomendó una zona que se llama Plaza de las Américas, que resultó ser un centro comercial con patio de comidas y tres locales comerciales. Asomamos la cabeza hacia fuera, para ver si la zona valía la pena ser recorrida, pero sólo vimos grandes avenidas y de sólo pensar en pasar por cinco metros de oscuridad nos hacía temblar las piernas.

Terminamos en un restaurante italiano porque ni siquiera había uno de comida autóctona. Y allí Alfredo, que había estado callado casi todo el día (hasta llegué a pensar que estaba enfadado con nosotros por algo) escupió lo que sentía. Pensaba y se preguntaba si la gente con la que habíamos estado (las mujeres maltratadas, las hermanas misioneras, los indios quisapincha) se habría sentido violentada por nuestra visita. ¿Qué pensarían de nosotros, grabando y sacando fotos, llevando algo de ropa y otros objetos para regalar? ¿Qué piensa y qué opinión formada tiene de nosotros una persona que vive, en algunos casos, gracias a la caridad de los demás? ¿Qué piensa esa persona cuando tiene a esa otra que le ayuda a 20 centímetros de distancia? ¿Cómo me sentiría yo ante una persona que viene a controlar si sus ayudas han valido la pena? ¿Quiénes nos creemos que somos al condenar la comida digna, decente, de un grupo de religiosos que entrega su vida para ayudar (bien o mal) a los demás? ¿Es que ellos no se merecen lo mismo que nosotros?

Claro, yo ya me había flagelado en el blog del día 25 de marzo, pero él todavía no había tenido la forma de hacerlo. Y ahí estaba, culpándose por haber prejuzgado y elaborado pensamientos que resultaron totalmente erróneos. Víctor, por su parte, no se sentía tan mal porque sus ideas se habían correspondido con lo que había visto (admiro su claridad para elaborar argumentos, y ¿por qué no? consuelos).

La botella de vino que bebimos tampoco sirvió de mucho. Tal vez otro consuelo sea hacer de Ecuapop una obra que lleve al público a la crisis que nosotros estamos padeciendo ahora, e incluso, podríamos agregar en el menú del DVD el siguiente apartado:

“Manual de instrucciones para crear seres empáticos”.

Sobre la empatía, el equipo de Ecuapop sabe bastante. Y no es chulería argentina, sólo relativilization.

jueves, 27 de marzo de 2008

DIARIO DE VIAJE DE LA INMIGRANTE: LA VISITA A LOS DE ALLÍ

Día 26 de Marzo de 2008

RELATIVILIZATION II: LA RABIA

El desayuno me recordó los panes y las “facturas” de Argentina. Hasta podía percibir el sabor de la levadura al degustar cada mordisco acompañado de mantequilla y mermelada.

Al acabar el desayuno nos estaban esperando en el patio las mujeres que habían participado en uno de los proyectos que la Asociación Santa Bárbara financió: la cría de pollos en manos de mujeres maltratadas, solteras o separadas. Muchas no pudieron evitar el llanto al relatar sus vidas, sus inconvenientes, su lucha por sacar adelante a sus hijos. Ni tampoco la emoción al agradecerle a María Teresa la ayuda que les dio. Nosotros tampoco estábamos inmunes a las emociones, pero en mi caso particular, tuve que contener mis lágrimas de rabia.




- Para nosotros es relativamente fácil ayudar a estos colectivos: sólo basta con resignar un año nuestras vacaciones en el exterior, o bien no gastarnos las fortunas que solemos en las fiestas navideñas, entre compra de billetes de lotería, delicatessen y regalos.
- Para los que deben administrar ese dinero, es relativamente difícil gestionar proyectos en los que el bienestar de las personas se traduzca a largo plazo. Estas señoras han criado pollos, han vendido unos cuantos, han comido otros tantos, y ahora su vida sigue igual que antes de aprender las tareas básicas de una granja.
- Para los que reciben estas ayudas, es relativamente difícil no caer en el facilismo y quedarse esperando a que gente pudiente les dé una mano, en proyectos que a veces no resultan tan beneficiosos como se piensa.

Camino al Hogar de las Hermanas Misioneras, creado y guiado por el padre Jesús Tamayo, me sentí impotente y extremadamente inútil al no poder encontrar la vuelta de tuerca para que las cosas funcionen correctamente. El engranaje perfecto no existe. Todos ustedes, los lectores de este blog, se deben estar riendo de mí porque creo que el mundo aún se puede cambiar.. ODIO NO PODER CAMBIAR EL MUNDO. Pero más odio todavía resignarme a no poder cambiarlo.



Las hermanas misioneras provienen todas de comunidades indígenas. Son mujeres estudiadas, que con su aprendizaje logran ayudar y formar a sus pueblos. Aprenden oficios y maneras de desarrollo con la premisa básica de no perder su identidad. Claro que el mundo globalizado les juega en contra, sobre todo cuando llegan a las aldeas los vendedores de televisores o celulares (no hace mucho asiduos gracias a que se ha logrado que llegue la luz eléctrica) y les regalan a los compradores una interesante deuda de cinco años o más.




También sucede que la educación juega el papel de arma de doble filo: al leer, al aprender, al conocer, al estudiar, se abren mundos nuevos e irresistibles si los comparas con la vida dentro de una casa de barro y techo de paja, condiciones extremas a más de tres mil metros de altura, y la austeridad que va de la mano junto con las manifestaciones culturales y de ocio.
Entonces: ¿ni siquiera es buena la educación para el desarrollo de los desfavorecidos? Marielena y el padre Jesús estaban contentos porque habían ayudado a un joven indígena a que saque adelante su carrera de medicina, con la fortuna de llevar intrínseca la conciencia de cooperación y ayuda a su pueblo que muy pocos manifiestan tener cuando se convierten en profesionales. REPITO con otras palabras: ¡Se ponen contentos porque uno entre varios decide aplicar su profesión para ayudar a su gente! Uno entre muchos. Esos muchos que se van a España, a Estados Unidos, o a las ciudades, esos muchos que ingresan en un nuevo mundo, EN NUESTRO MUNDO.



Un mundo que lamentablemente carece de iniciativa para renovar las formas eclesiásticas caducas, esas maneras que son totalmente incompatibles con el trabajo del padre Tamayo. Es el mundo donde vive el equipo que hace Ecuapop, sus protagonistas, y ustedes lectores. Pero también un mundo con gente que ayuda, lucha, pelea y sangra. Y las heridas no se cicatrizan, porque van cargadas de la complejidad de las cosas ante nuestra actitud crítica.


Relativilization.

Nota: Significado de relativilization: Palabra inventada por la inmigrante guionista y con fonética globalizada. Dícese de la acción de aplicar la relatividad de las cosas a las civilizaciones que conocemos.

DIARIO DE VIAJE DE LA INMIGRANTE: LA VISITA A LOS DE ALLÍ

Día 25 de Marzo de 2008

FLAGELACIÓN DE LA INMIGRANTE

Mauricio nos pasó a recoger a las 7 de la mañana para llevarnos a Baños, un pueblo turístico que se caracteriza por sus aguas termales, por los deportes extremos como el rafting y el puenting, y por los despertares del volcán Tungurahua.
Nuestro objetivo era conocer a la hermana Marielena, una monja colombiana que gestiona una casa de retiro y ayuda como puede a la gente de los alrededores. Marielena administra el dinero que le envía María Teresa, una señora de Onda que fundó la Asociación Santa Bárbara, la cual también nos ha dado dinero para producir “Ecuapop”.


El equipo de Ecuapop vino a estas tierras condicionado por las opiniones que los demás tenían acerca de la gestión del dinero que se envía para ayudas, y por aquellas personas que para limpiar sus conciencias dicen que esas cantidades nunca llegan a destino o a buen puerto (se justifican para sentirse tranquilos y seguir haciendo zapping ante el televisor). Así es que vinimos cargados de las siguientes ideas preconcebidas:

- La ayuda que envía la asociación se debe quedar en el estómago de la monja y de los curas.
- El dinero que envía la asociación se lo queda el cura para viajar a España u otro país cuando le viene bien.
- La ayuda que envía la asociación se debe quedar en el estómago de la monja y de los curas.
- Las madres solteras deben estar igual o peor que antes: y encima, la monja les lava el cerebro a diario con la obsoleta Palabra de Dios.
- La ayuda que envía la asociación se debe quedar en el estómago de la monja y de los curas.

Llegamos a Baños cerca de las once de la mañana, y Marielena nos esperaba con una mesa llena de frutas, sabrosos panes, queso y café. Entonces, agregué una nueva idea a mis pensamientos: la ayuda que envía la asociación se debe quedar en el estómago de la monja, de los curas, y… ¡DE NOSOTROS! Para peor, a los pocos minutos vinieron cuatro curas a “saquear” la mesa que Marielena nos había preparado, acción que causó en mí el efecto “mechero”: me encendí. Me obligué a coger la cámara y a trabajar con Víctor haciendo tomas de las instalaciones, mientras Alfredo refutaba, tratando de ser diplomático, los argumentos de uno de los padres.

Pero había algo que no cuadraba: Marielena tenía en su despacho-comedor, una foto del Che Guevara, debajo la de Ratzinger, y al costado izquierdo la de varios curas de la Teología de la Liberación (a algunos de los cuales ella llamaba “mis Santos”) cuyas formas de propagar la fe cristiana se traducían y traducen en proyectos sociales para generar conciencia y reflexión en los colectivos más desfavorecidos.

Mientras comía, el efecto mechero continuaba su labor incendiaria, y las llamas me decían: “curas machistas, vienen a comer, a ser servidos, y más que el amor y respeto al prójimo predican la vuelta de “la Sección Femenina”. Hasta que pasado el postre, todos se levantaron, recogieron la mesa, fregaron y secaron los platos.

Luego, Marielena nos condujo hasta FUVIRESE, un centro de fisioterapia y estimulación temprana para niños con problemas motores y mentales. ¡Qué bien administrado estaba el dinero que la Asociación Santa Bárbara había enviado! Y como llovía, una gota apagó las llamas que con eficiencia habían quemado mis preconceptos de chica-inmigrante-agnósticamente-declarada.
.
En la cena, Marielena nos contó cómo son las misas que organiza para los indígenas y la gente de Baños: hablar sobre la globalización, el capitalismo y los efectos que causan en la sociedad, sentados en ronda, compartiendo el pan y el vino de Cristo. Nada de altares, ni cálices, ni sermones ortodoxos. Sólo una hostia: la que me pegué por desconfiar de la capacidad de entrega y buenas intenciones de una gran mujer.

Mañana conoceremos al padre Jesús Tamayo, y puede que también me pegue otra hostia.

martes, 25 de marzo de 2008

DIARIO DE VIAJE DE LA INMIGRANTE: LA VISITA A LOS DE ALLÍ

Día 24 de Marzo de 2008

RELATIVILIZATION

Debo reconocer que la jornada de hoy comenzó con un clima de tensión. Sí, estábamos tensos por el atraco de ayer. Mientras desayunábamos no nos importó subir el volumen de la tele del hotel para escuchar todas las noticias acerca de la inseguridad y la violencia en Ecuador. Vimos desde cómo roba un carterista dentro de una masa de gente hasta las estadísticas más increíbles sobre la tasa de delitos del país.

Mauricio nos pasó a recoger con la puntualidad que lo caracteriza, y nos llevó a la Facultad de Artes de la Universidad Central de Quito. Allí nos esperaba el decano, quien confesó vivir de cerca el fenómeno de la fuga de familiares al exterior, pero de una forma muy particular, que no entra en los cánones de la inmigración que estamos acostumbrados a ver y sentir: su hija está estudiando artes escénicas en París. Algo así como una inmigración “de diseño” o “minimalista”. Sin embargo, el decano, con una voz reverberante, esas voces potentes que últimamente se encuentran poco en el ambiente teatral, supo dar su visión de la inmigración de la forma que nosotros queríamos escuchar: fue objetivo, claro y bastante conciso.

¿Objetivo? ¿Claro? ¿Conciso? A partir de que conocimos a Luz y Stalin (sí, un joven estudiante cuyo nombre es Stalin y su apellido Coronel), a Minerva (una chica catalana que trabaja en la embajada de España como becaria en la parte cultural y de cooperación) y habiendo estado con Mauricio y su entorno, otra vez volví a ingresar en los oscuros confines de la relatividad. Me suele pasar de vez en cuando, no sé si por el exceso de información que sobrepasa mis límites de absorción, o por el hecho de no querer generalizar y no tener el tiempo suficiente para documentarme como se debe y paliar la odiada ignorancia.



Luz y Stalin son dos alumnos del último curso de escultura y grabado, dos estudiantes combativos, dos líderes del centro estudiantil de la facultad que luchan por mejorar las condiciones de su entorno y de su país. ¡Si hubiese coincidido en el tiempo y geográficamente con estos dos chicos! ¡Tal vez hubiese encontrado una razón muy fuerte para luchar dentro de Argentina, y hubiésemos intentado hacer un país más amable y también podríamos haber…


Basta. ¿Por qué no llamar a estos pensamientos RELATIVILIZATION? Relativizar dentro de las civilizaciones que voy conociendo (ojo, la comida de Ecuador es muy buena, no crean que comienzo a rozar los límites de la insanidad mental. Mmmmm, aunque si estoy dejando de ser objetiva, ¿quién sabe?).

Luz y Stalin hablan sobre el gobierno, sobre la inseguridad, sobre la cultura, sobre su facultad, sobre sus planes de futuro, y nos alegramos de que existan jóvenes con tantas inquietudes dentro de un lugar donde las dificultades están a la orden del día. Luz y Stalin, así como sus compañeros de facultad, tienen clarísimo que sólo emigrarían para perfeccionar sus estudios, tan claro como que quieren desarrollarse profesionalmente dentro de su país aún sabiendo que lo tienen complicadísimo.


Por la tarde conocimos a Minerva, una de las responsables de la gestión de nuestro alojamiento, un hostal cómodo, limpio y con las prestaciones necesarias para continuar el rodaje en Ecuador. Hablamos sobre el gobierno de Ecuador, sobre la inseguridad en Ecuador, sobre la cultura en Ecuador, sobre las universidades en Ecuador, sobre sus planes de futuro en Ecuador. Minerva tiene tantas inquietudes como Luz y Stalin, y acabando con la segunda cerveza me vuelve esa taquicardia producto de la euforia o de mi sentimentalidad: ¡EXISTEN JÓVENES QUE PUEDEN HACER DE ESTE MUNDO ALGO UN POCO MÁS AMABLE!

Por la mañana, mientras Mauricio nos llevaba a la facultad, y luego de haber escuchado atentos sus consejos para que encaremos nuevamente nuestra seguridad personal en Quito, también continuamos exponiendo nuestras ideas acerca del gobierno de Ecuador, la inseguridad en Ecuador, la cultura en Ecuador, las universidades en Ecuador, y sobre sus planes de futuro no volvimos a incidir porque ya tenemos sus comentarios registrados en MiniDV.

RELATIVILIZATION. Mi percepción junto a la de Luz, Stalin, Minerva, Mauricio, Víctor y Alfredo.

RELATIVILIZATION. Mi percepción contra la de Luz, Stalin, Minerva, Mauricio, Víctor y Alfredo.

Los ojos tienen un tamiz que no nos dejan ver lo mismo. El cerebro tiene un procesador que no nos deja sacar las mismas conclusiones. Ni qué decir de nuestros oídos, boca, y manos. Los sentidos y las percepciones caen y se entregan en mi mundo de RELATIVILIZATION. No se asusten: aún así, ECUAPOP tiene una mirada propia, particular, formada y arriesgada de ver el mundo. Como la de Luz, Stalin, Minerva, Víctor, Alfredo y ésta inmigrante guionista.

lunes, 24 de marzo de 2008

Día 23 de Marzo de 2008

EL ATRACO: “SÓLO VENCIÉNDOTE VENCERÁS”

Correa nos tiene que recibir. ¡CORREA NOS VA A RECIBIR! Estamos haciendo un documental sobre inmigración, estamos tratando de producir una obra para la conciencia de ecuatorianos y españoles, estamos sembrando tolerancia, estamos fomentando la integración, estamos explicando la validez de las decisiones de ciertos pueblos, estamos… Alfredo, aparte de enviar numerosos e-mails a la presidencia de Quito (los cuales aún no han sido contestados), consigue en la guía telefónica algunos teléfonos de la secretaría de la presidencia. Los apunta en un folleto de pollos a la brasa a domicilio, y jura y perjura que mañana lunes llamará. “¡CORREA NOS VA A RECIBIR! Ya verás”.

Gracias a las buena voluntad de Mauricio, su familia, y su predisposición para que estos diez días nos rindan como si fuesen veinte, hoy nos relajamos un poco e hicimos turismo (los próximos siete días serán intensos y si consideramos que desde noviembre del año pasado prácticamente no tuvimos ningún fin de semana para descansar, porque nos abocamos a Ecuapop, un poco de ocio está más que ganado).

Camino a “Ciudad Mitad del Mundo”, lugar donde pasa exactamente el paralelo de cero grados, divisamos una escuela militar imponente, cuyo lema se extendía, soberbio, en la puerta de entrada: “Sólo venciéndote vencerás”. Mientras Mauricio y Carmita hablaban sobre el precio de la vivienda ecuatoriana con Alfredo y Víctor, me puse a pensar en los múltiples significados que tenía para mí esa frase:

a) Sólo bajando los brazos ganarás, ¿qué sentido tiene luchar?
b) Superándote a tí mismo podrás lograr muchas cosas.
c) Ser un perdedor te hará un ganador.

Sí, la b). Seguramente los militares que desarrollaron la frase desconocían por completo que algunas oraciones pueden ser polisémicas. Sí, la B.

“Ciudad Mitad del Mundo” ofrece la científicamente explicable oportunidad de posar un huevo sobre un clavo, y que quede totalmente erguido, sin moverse, quieto como una estatua. Estamos en el grado 0º, cero como el huevo.

Coca-colas y helados entre historias sobre nuestras vidas: qué hacemos, cómo vivimos, quiénes somos. Mauricio y Carmita escuchan, y comparan, así como también lo hacemos nosotros.

Por la tarde disfrutamos del Quito histórico, sus iglesias, sus plazas, sus calles. Nos quedamos boquiabiertos ante la Iglesia de la Compañía: el oro podía hablar, y decía: QUE SE NOTE, QUE SE NOTE. Luego nos desilusionamos un poco porque no pudimos disfrutar de los interiores de la Catedral de San Francisco, porque estaban en reformas. Y entre calles que suben y bajan, pudimos hacer algunas tomas de la ciudad y culminar nuestro paseo en la Basílica del Voto Nacional, iglesia de estilo gótico que nos transportó por unos minutos a Francia, o algún otro país europeo con basílicas que pretenden alcanzar el infinito.

Lo que me gusta de viajar con amigos es las diferentes percepciones que tienen cada uno de ellos acerca de lo que vamos viendo. Víctor se pregunta: ¿si en el centro histórico las aceras y calles no tienen ni un bache, las fachadas están cuidadas, la policía vigila por doquier… por qué no sucede lo mismo en las muchas otras zonas de Quito? Claro que se debe cuidar el turismo, pero si hay dinero para mantener esta parte de la ciudad, ¿por qué no lo hay para sostener los demás lugares?

Volvimos al hotel. La noche de ayer sábado, la compartimos en la zona de bares y restaurantes más visitada por los turistas. Comida internacional, bares de moda, y un breve paseo hasta el hotel por las calles arboladas del barrio de la Floresta, nos hicieron sentir mejor que en casa. De camino, y en la esquina más transitada de este sitio de ocio, Víctor contabilizó 15 policías. Claro, la delincuencia está en los barrios más marginales ¿Por qué no repetir?

Nada sucedió como anoche. Veinte metros antes de llegar a la zona de restaurantes, y cincuenta metros antes de llegar a la zona de los 15 policías, dos chicos aparecen de la nada, cruzan la calle, y nos piden un dólar. Yo me quedé paralizada: el robo se podía hasta respirar. Uno cogió a Alfredo y simuló (o no) tener un arma. Alfredo agarró todo lo que pudo encontrar en su bolsillo derecho, y declaraba sin cesar y con total desesperación que no tenía nada más. A Víctor lo detuvo el otro chico, quien solamente miraba a su compañero, que seguía amenazando a Alfredo y le pedía “toda la plata”. A mí, inexplicablemente, ni me tocaron, seguramente porque me vieron petrificada, absorta y blanca de pánico ante la escena. A los pocos segundos, la bendición: una 4 x 4 que frenó e hizo que los tres nos echáramos a correr en sincronización perfecta. Uno de los atracadores dijo: “mátalo, mátalo”, pero seguramente era otra estrategia para sembrar el pánico.

Ah, no, la c), era la c): Ser un perdedor te hará ganador. Primero, porque Alfredo les dio lo primero que encontró en su bolsillo, y salvó su pellejo y el de todos. Segundo, porque no vale la pena jugar de héroe cuando somos conscientes de que en cualquier país de Latinoamérica un atracador mata por unos pocos billetes. Y tercero, porque Alfredo, ante los nervios, se equivocó de bolsillo, y en lugar de los casi mil dólares que tenía encima, les entregó todos los tickets que había estado guardando desde ayer, y algún que otro billete de uno. Ah, y los teléfonos del presidente: ¡CORREA LOS VA A RECIBIR! SÍ, LOS RECIBIRÁ A ELLOS, Y SE COMPROMETERÁ A MANTENER SU SEGURIDAD, PARA QUE CONTINÚEN CON SU INMUNIDAD A PARTIR DE CINCUENTA METROS DE DONDE ESTÁN LOS NUMEROSOS GUARDIAS DE SEGURIDAD.

domingo, 23 de marzo de 2008

DIARIO DE VIAJE DE LA INMIGRANTE: LA VISITA A LOS DE ALLÍ

Día 22 de Marzo de 2008

CARROS, CENTROS COMERCIALES Y KFC’s

Es común ver en los países latinoamericanos un parque automotor bastante deteriorado. No hace mucho tiempo mis padres me comentaban a través del MSN que en Argentina, la gente humilde estaba empezando a tener acceso a la compra de autos viejísimos, chatarras que serían objeto de risa para cualquier desguace europeo.

Sin embargo, lo que me sorprendió apenas llegamos a Quito fue el predominio de coches nuevos que eclipsan a los pocos “carros viejos", aquellos vehículos latosos que tienen seguramente los días contados.

Desde la flamante furgoneta que lleva Mauricio, hasta el Hummer que acabamos de divisar hace sólo unos minutos, y los numerosos todo terreno que conducen sus orgullosos propietarios: ¿cómo es posible que un país tan pobre tenga un parque automotor tan rico? ¿Cómo puede permitirse la compra de un vehículo nuevo una persona que gana menos de 300 dólares al mes? La respuesta de Mauricio: te dan muchisisisisísimas facilidades de pago.

Sigo sin entenderlo. La ciudad está atestada de autobuses que emanan de sus tubos de escape un humo negro, acompañado de ese olor a gasolina quemada que cumple el mismo cometido que un cigarrito de marihuana: ¿por qué la gran mayoría de propietarios de vehículos tienen coches nuevos, mientras el transporte público circula como puede atravesando asfaltos rajados y caminos cuyos pozos y grietas están a la orden del día?

Con Mauricio recogimos a una pandilla de jóvenes allegados a Cristian, y los llevamos al Parque de la Carolina. Allí, rodeados de modernos edificios y protegidos por las diferentes montañas, la juventud se divierte jugando a algún deporte dentro de sus numerosas canchas, o bien pedaleando en los botes que se pueden arrendar para dar un paseo acuático ameno.


Parece que los jóvenes ecuatorianos se divierten pasando el día en esta clase de parques, o bien paseando por los numerosos centros comerciales (algo muy típico también de los países pobres que estamos acostumbrados a la influencia norteamericana: la cultura del shopping, de encerrarse, olvidarse del mundo, comprar a interminables plazos, y comer en el patio de comidas).

Y se nos vino encima la hora de la comida. ¿Dónde ir? Se nos ocurre nombrar el Kentucky Fried Chiken (KFC), porque oímos de la boca de Cristian que ese lugar es bastante concurrido por los adolescentes y jóvenes.

¡Pollo, arroz, lentejas y patatas fritas para todos! Los chicos comían felices, mientras nosotros les grabábamos y pensábamos qué sería del mundo sin las cadenas de comida rápida norteamericanas (tal vez nos beneficiaríamos de un ahorro considerable en tratamientos contra la obesidad, el cáncer, la hipertensión, etc; con lo barato y sano que es degustar de cualquier comida mediterránea en un restaurante de barrio).


Entonces, recapitulemos: parece que muchos de los jóvenes de Quito utilizan su tiempo libre entre canastas de básket, paseos ante los diferentes escaparates de los locales de cualquier centro comercial, o las atracciones que brinda el recientemente construido teleférico.



¿Juventud sana, no? Mmmmm, podría decir que sí, si no hubiese contabilizado 3 borrachos tirados en la calle y rozando el coma etílico.

El día fue muy productivo porque pudimos grabar lo que significa un sábado para un@ joven ecuatorian@. Los chicos que nos acompañaron son simpáticos, colaboradores y cariñosos. Llegué a pensar que en sus ojos tenían el defecto de ver absolutamente todo menos la cámara que los perseguía. ¡Y eso facilita absolutamente todo!

Durante la cena, Alfredo, Victor y yo tratamos de dilucidar cómo se podría mejorar un país del Tercer Mundo. Y me vino a la mente el comentario de Mauricio acerca de la policía en Ecuador: las coimas (sobornar a los agentes para evitar multas o sanciones) es lo habitual, lo normal (como en Argentina). Entonces, si la premisa es evitar los accidentes, formar a los ciudadanos para una mejor circulación vial, ofrecerles garantías de seguridad, y buenas formas para una mejor convivencia entre los habitantes… ¿cómo lograrlo si desde el más rico al más pobre, desde el más rojo al más conservador utiliza como forma de evadir las sanciones la frase: ¿y cómo lo podemos arreglar? Ó ¿no lo podemos solucionar de otra forma? Cinco, diez dólares (o pesos) que nos brindan la vida insegura, caótica y absurda que nos merecemos. Cinco, diez dólares (o pesos) que nos podríamos gastar en el Kentucky Fried Chiken más cercano.

sábado, 22 de marzo de 2008

DIARIO DE VIAJE DE LA INMIGRANTE: LA VISITA A LOS DE ALLÍ


Día 21 de Marzo de 2008

SUBE Y BAJA


Mauricio le alquiló una furgoneta a un familiar, y gracias a él todo se nos hace tan fácil…

Le dijimos que nos pasara a recoger a las 11 de la mañana, pensando que íbamos a dormir como marmotas, pero la simpática diferencia horaria hizo que nos despertáramos alrededor de las 6 de la mañana. Desayunamos, hicimos reconocimiento del barrio, y comenzamos a sacar nuestras primeras impresiones.

El hotel nos lo facilitó la AECI (Agencia Española de Cooperación Internacional), y estamos en uno de los mejores barrios de Quito: la Floresta. Rodeados de casas bonitas, pudientes, de edificios modernos, y de la Embajada Española, por supuesto. Reconozco entre lo pintoresco y lo tranquilo del lugar (que denota fácilmente el alto poder adquisitivo de los vecinos) los baches en el asfalto, las aceras con las baldosas rotas, y los guardias de seguridad caminando entre bostezos y miradas constantes al reloj: ¡cuántos denominadores comunes con respecto a Argentina! Diferencio solamente una cosa: que Quito es una ciudad que sube y baja, una ciudad entre montañas, una ciudad que es la antítesis de lo plano.

Viene Mauricio con la súper furgoneta, en donde caben todos nuestros bártulos, nuestros culos y, por sobre todo, nuestras inquietudes (¡que son tantas!).

Mauricio es el guía perfecto, nos va contando lo que vemos y pedacitos de historias sobre su país y sobre su familia. Todo nos sirve para “Ecuapop”. Divisamos la ciudad desde lo alto, comemos “espumilla”, y vamos camino a su casa, donde nos esperan para comer y para comenzar con las entrevistas.

Cervezas, mucha cerveza. ¿Cómo decir que no si una de las cosas que más me gustan en esta vida es tomar cerveza y charlar con amigos? La cerveza (y los dos cuba libres de Alfredo) hicieron que nos aflojáramos, y que todos sintiéramos que nos conocíamos desde hace años. Mauricio y Carmita pillaron a la perfección lo que queremos contar con Ecuapop.

Ceviche, pollo, pastel de patatas, zumo de naranjilla. Todo fue tan agradable que nos olvidamos de la siesta.

Comienzan las entrevistas. Clima místico, ambiente emotivo y luego desgarrador cuando Paola (la exnovia de Cristian, nuestro prota del documental que vive en Valencia) resume su tristeza diciendo que las situaciones que ha vivido por culpa de la partida de su novio han sido las más traumatizantes de toda su vida. “Si pudieran desaparecer esos aparatos para que la gente no vuele y se quedara aquí…”

Sí, para los inmigrantes y los cercanos a ellos, los aeropuertos son traumatizantes, odiados, nefastos. De sólo recordar mi primera despedida...

Luego visitamos la casa de unos familiares de Cristian, donde entrevistamos a muchos jóvenes ecuatorianos. ¡Si yo hubiese tenido las cosas tan claras como ellos, creo que no sería inmigrante, y por ende, este blog no existiría! Qué curioso. Así como muchos se quieren ir a España o Estados Unidos, muchos se quieren quedar: ¿las oportunidades las busca y las encuentra uno mismo? ¿podemos conseguir todo lo que queramos, estemos donde estemos? Dice Johanna, una chica de 18 años que está acabando sus estudios secundarios y que comenzará la Universidad en breve, que “si te arriesgas, si luchas un poco, en Ecuador puedes lograr todo lo que quieres”.

¿Prevalece la fuerza de voluntad y el anhelo por cumplir los sueños ante las injusticias, el caos y la desorganización de los países tercermundistas y la dominación de las superpotencias?

Mi vida personal me dice que sí, pero tal vez haya que rodar más “Ecuapops” para sacar más conclusiones.

Me pregunto cómo será la vida de estos chicos de aquí a cinco años. Me pregunto si algo cambiará en los países latinoamericanos de aquí a cinco años. Me pregunto dónde estaré viviendo yo de aquí a cinco años. Me pregunto si con un documental se puede cambiar una pequeñísima parte del mundo.

Y me disculpo por hacer este blog tan largo. Espero no aburrirlos. Hasta mañana.


DIARIO DE VIAJE DE LA INMIGRANTE: LA VISITA A LOS DE ALLÍ

Día 20 de Marzo de 2008

Nos vamos a Ecuador a continuar con el rodaje de “Ecuapop: los de aquí, los de allí”.
El equipo: Alfredo y Víctor, mis amigos incondicionales españoles, y esta guionista que ya presiente el revivir de sentimientos, costumbres latinoamericanas e idiosincrasias que hace unos dos años (la última vez que fui a Argentina) no me atormentan.

Un viaje con tantas escalas que a los que no estamos muy duchos con las matemáticas nos cuesta asimilar:

Valencia – Madrid
Madrid – Caracas
Caracas – Guayaquil
Guayaquil – Quito

Y las preguntas de siempre: ¿cuántas horas de diferencia tenemos ahora? ¿Y ahora que llegamos a Guayaquil? ¿Nos darán de cenar o será merienda? ¿Qué hacemos: volvemos a cenar cuando llegamos al hotel? ¿A qué hora me tomo el antibiótico?


Sí, cabe mencionar que días antes de viajar caímos enfermos de gripe y nos está costando bastante recuperarnos: junto con las maletas llevamos un botiquín de medicamentos envidiable. También Kleenex. Y mocos, muchos mocos.

Menos mal que mis compis tampoco son muy dados a las matemáticas, y los debates sobre husos horarios fueron breves, para poder charlar sobre el hecho de ser diferentes y lo duro que es mantener los ideales propios cuando todo el tiempo se están imponiendo formas sociales y de vida para no ser atormentado, para una vida fácil.

Una vida fácil: cuestión de decisiones. Soy muy consciente que no elijo una vida fácil. Y Alfredo y Víctor tampoco: sólo basta que nos observen haciendo este documental.

En la escala de Caracas ya siento y vivo las actitudes sudamericanas que tanto me molestan y me molestaron. Y claro, me pongo de mal humor, y empiezo a toser, y a tener más mocos que antes. Hasta sudo más de la cuenta y pienso que vuelvo a tener fiebre. Me siento junto a Victor, que está absorto mirando la cantidad de asiáticos que volarán con nosotros rumbo a Guayaquil. Me mentalizo: aceptar mi condición de latinoamericana puede ser una cura y el remedio perfecto para que se vaya el catarro y las viscosidades desagradables.

Al fin llegamos a Quito, y ya me siento parte del continente: la prueba está en que desaparecieron la tos y los mocos. ¡El hall de recepción del aeropuerto es tan pequeño y ¡hay tanta gente! ¿Cómo los reconoceremos? Fácil: una cartulina con mi nombre, y las sonrisas de Mauricio, Carmita y sus dos hijos, que rápidamente hacen desvanecer el cartel y mis sentimientos desencontrados acerca de Latinoamérica.

Bienvenidos a Ecuador. Bienvenidos a Ecuapop.